La interrupción de clases presenciales por la pandemia de COVID-19 ha tenido como consecuencia el incremento de las desigualdades educativas, la pérdida de aprendizajes, la disminución de las posibilidades futuras de empleo y el deterioro de la salud física y emocional de los estudiantes, entre otros efectos. En las personas de bajos niveles socioeconómicos se registran mayores pérdidas de aprendizaje y mayor desigualdad en mujeres.

La conclusión surge del informe “¿Cuáles son las consecuencias de la interrupción de clases presenciales?”, del Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Guillermina Tiramonti (FLACSO), Víctor Volman y Federico Braga. El documento relevó distintas investigaciones que permiten estimar algunas consecuencias de los cierres escolares.

La desigualdad en el rendimiento académico aumentó hasta 20% en los estudiantes según un relevamiento hecho en Bélgica. “La suspensión de las clases presenciales tiene un impacto diferente sobre los distintos sectores de una sociedad. En el caso de los grupos más vulnerables las investigaciones muestran un mayor efecto negativo dado que no cuentan con los mismos soportes materiales y simbólicos que los alumnos pertenecientes a los grupos de mayor poder adquisitivo”, señala el informe.

Con relación a la pérdida de aprendizajes, un estudio realizado en Estados Unidos afirma que los niños de primaria podrían perder cerca del 70% del aprendizaje del 2020 en lectura y hasta el 50% en matemática. Por su parte, los niños y niñas de jardín podrían experimentar una pérdida de alfabetización de hasta 67%. Además, en este país, los hogares de bajos ingresos resultaron los más afectados, ya que   luego del cierre de escuelas, entre marzo y mayo, los estudiantes perdieron 36% en el aprendizaje de matemáticas, mientras que los de altos ingresos mejoraron en el aprendizaje en 45,5%.

Los relevamientos indican que los estudiantes que no asistieron a clases presenciales sufrieron consecuencias negativas en su salud emocional, particularmente los niños/as con necesidades de salud mental, ya que vieron limitado el acceso a recursos que suelen tener a través de las escuelas. Según un estudio realizado en Reino Unido, el 83% de los niños/as con necesidades de salud mental empeoró sus condiciones producto del cierre escolar producido por la pandemia. Un 26% de estos niños y niñas manifestó no poder acceder a recursos por fuera del colegio para acceder a apoyo de salud mental afectando a la población más vulnerable.

La salud física de los niños también se vio comprometida: los relevamientos en Italia, muestran que durante el cierre escolar aumentó el consumo de bebidas azucaradas y comida con alto contenido calórico, a la vez que disminuyó la actividad física semanal y aumentó el tiempo frente a una pantalla. Un estudio realizado en Japón indicó que el 15% de los padres encuestados manifestó que su hijo/a aumentó de peso durante este período.